miércoles, 20 de mayo de 2009

En el Amazonas se roban botín genético


A nuestro suelo le vienen sacando provecho, desde hace ya mucho tiempo, viajeros, científicos, artistas y comerciantes. Los recursos de nuestra flora y fauna, han servido para experimentos muy bien manejados por la ciencia. Plantas con poderes curativos reconocidos son estudiadas en laboratorios especializados de Estados Unidos y Europa sin que lo sepamos. Abusivamente, se han venido explotando recursos naturales con poderes curativos como la chuchuwaza, la uña de gato, el yagé y un centenar de plantas vegetales sin ninguna legalización ni beneficio para el nativo. Mientras estos productos son comercializados libremente en el exterior, nosotros seguimos observando indiferentes como saquean nuestro preciado patrimonio. De la misma manera, no alcanzamos a imaginar la cantidad de películas, videos, etc. que se filman y editan en nuestro territorio sin que por ello, ninguno de estos “empresarios ” pague impuestos. Es increíble como se ha venido vulgarizando el nombre de Amazonas ya que cualquier “extraño” utiliza este nombre para su ONG o fundación, persuadiendo a otros para conseguir su objetivo y así obtener unos buenos pesos para sus arcas, de modo que esos dineros, nunca llegan a cumplir un objetivo social para la amazonía. Es hora que defendamos iniciativas de desarrollo sostenible, ya que el patrimonio cultural e intelectual de los pueblos indígenas, está siendo vilmente depredado ante nuestra mirada indiferente. Debemos crear juntas o asociaciones de personas que se dediquen a defender esta causa, guiadas por leyes y prácticas de sanas costumbres.

Los peruanos y brasileños, especialmente estos últimos sí han entendido, en buena hora, lo que les representa ser “dueños” del Amazonas. Productos naturales, elaborados por amazonenses en sus pueblos, en la actualidad cubren buena parte del comercio regional, nacional e internacional.

De alguna manera alguien tiene que asumir el riesgo de develar el punto equivocado de la fantasmal ceguera amazonense, mostrarla tal como es y revelarla a los ojos del mundo como un campanazo de alerta al saqueo que vienen realizando aventureros en nuestro territorio.

El ADN (Ácido Desoxirribonucleico), sustancia encontrada en los seres vivos y que fue descubierta en 1953 por los científicos Francis Crick y James Watson, ha dado paso en los últimos años a la ingeniería genética, bajo el frontón de las industrias biotecnológicas, que en 1992 se registraban 2000 en todo el mundo de las cuales 1000 tienen su sede en los Estados Unidos.
En nuestra región están en peligro todo los tipos de genes, animales, plantas y los conocimientos de los indígenas, adquiridos por muchos años. Jorge Salgado, investigador cultural del Chocó, recientemente a través de un escrito titulado “La confabulación del imperialismo ecologista, disfraz del saqueo genético” dió a conocer lo siguiente: "Las multinacionales están patentando semillas, plantas, animales clonados; ahora están reclamando, incluso, que son propietarias de la vida en sí misma. Más aún, no tienen reparos en elegir a los seres humanos como su presa: Un grupo de científicos norteamericanos, haciéndose pasar por antropólogos, tomó muestras de tejidos de habitantes nativos de la región de Luzón (Filipinas), famosos por su inmunidad al cáncer y a la diabetes. Los eco piratas se han provisto de muestras sanguíneas de los indios caiapo, del Amazonas brasileño y han patentado sus rasgos genéticos".

Estos modernos filibusteros no necesitan sacar de contrabando toneladas de material biológico de un país. Basta con muestras minúsculas de los especimenes para replicar su código genético en un laboratorio, patentarlo y lograr inmensas utilidades.

El canadiense Maurice Strong, subsecretario de la ONU y presidente de la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, en una de sus alocuciones sostuvo: "Muchos productos de la economía de los países en vías de desarrollo serán afectados por la biotecnología patentada. Si todas las patentes y la pericia van a estar en el Norte, a pesar de las materias primas en el Sur, habrá una nueva forma de dominio otra vez. Los países del Norte no pagan ni un centavo por la extracción de recursos. Por ejemplo, hubo una droga que provino del Amazonas para curar la leucemia. Sacaron el recurso genético de allí y ganaron centenares de millones de dólares, y Suramérica ni un centavo. La vainilla es otro ejemplo. Tres países, entre ellos Madagascar, recibían muchos ingresos de la vainilla. Ahora hay una compañía que se llevó el gene de Madagascar y hace la vainilla en Estados Unidos. Los recursos naturales podrán ser reemplazados por la ingeniería genética sin ningún beneficio para los países en vías de desarrollo. Podría ocurrir con el café”.
El botín genético robado a los países ricos en biodiversidad es almacenado por estos monopolios en bancos de germoplasma. La dependencia que la agricultura del Norte tiene de los recursos genéticos de los países del Sur ha creado una fuga de estos genes, desde los centros de diversidad tercermundista hacia los bancos de genes de los países industrializados, bajo el sofisma de que estos recursos son patrimonio común de la humanidad. En los países industrializados las semillas mejoradas con los genes tercermundistas se patentan y se venden costosamente a los países del Sur. Entre 1974 y 1985 el Sur donó más del 90 % de los recursos genéticos de su dominio. De este material más del 40 % terminó en los bancos de genes del Norte y otro 40 % fue almacenado en los bancos de genes de los centros internacionales de investigación agrícola, también controlados por el Norte. Los recursos genéticos son la única materia prima en el mundo que es donada gratuitamente y es donada en gran medida por los países pobres a los ricos.

Sin embargo, la tecnología actual no permite una buena preservación del germoplasma. Un estudio reciente de la agencia de prensa Asociated Press reveló que los Estados Unidos, es responsable de una cuarta parte de todo el germoplasma almacenado en el mundo, y que éste material genético guardado se está perdiendo en gran parte.

El nivel todavía incipiente de las investigaciones, la posesión actual de un número escaso de genes y las altas pérdidas en el material almacenado en los bancos de germoplasma han presionado a los monopolios biotecnológicos, con el fin de “preservar” su materia prima, a impulsar una corriente mundial de ecologismo imperialista, una cháchara de falso ambientalismo y de "conservación de la biodiversidad", sustentada en documentos de innumerables conferencias internacionales y en un bien $ “aceitado”$ andamiaje institucional.

Allí está el horcón esencial que explica la resurrección de un falso naturalismo en la época de la mayor depredación de los recursos naturales, la razón de ser de la moda de lo verde, del medio ambiente, del ecodesarrollo, de la bazofia sobre la biodiversidad. Nos hace falta fomentar el desarrollo de la investigación en todos los campos, abriéndole espacio a la sistematización de un plan serio de preservación, que comprometa no solamente al Estado sino también a las organizaciones no gubernamentales que verdaderamente estén trabajando en este medio ambiente desde la óptica del progreso y el bienestar para todos.

Todas estas propuestas deben surgir de los amazonenses o de personas comprometidas con nuestra tierra. No esperemos que ello se produzca en el centro del poder político y económico del país, ya que es notorio la falta interés por parte del ejecutivo para darle cumplimiento a las leyes por medio de hechos reales; recordemos que somos nosotros los que conocemos los problemas y por lo tanto tenemos la responsabilidad de proponer soluciones. No permitamos que “extraños”, sin contar con nuestra participación, realicen la tarea que nos corresponde y los abusadores se aprovechen de nuestros conocimientos adquiridos durante siglos.

El turismo de mochila, de paso aventurero, es el que más daño ocasiona en la explotación de los recursos. La Amazonía es considerada el mayor archivo natural que se conozca sobre la faz de la tierra y muy fácilmente salen del territorio importantes elementos que son comercializados sin ningún tipo de vigilancia ni control. En países como Perú y Colombia, el irrespeto a los pueblos es vergonzosamente evidente; basta nombrar los saqueos a Machu-Picchu y San Agustín.

La cultura llamada “occidental” siempre ha visto la región amazónica con ojos de ambición. En los Estados Unidos, Europa y parte de América Latina se vienen patentando cualquier cantidad de propiedades de plantas tropicales medicinales. Empresas farmacéuticas e instituciones de investigación, han expropiado a esta zona valiosos recursos, privando una vez más a los pueblos indígenas de los beneficios económicos que por derecho le corresponden.

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